Semanas después seguimos con la explicación teórica de los 25 consejos. Repetimos que la lista no es cerrada, así que aunque aquí damos importancia a estos 25 puntos, hay muchos aspectos que no aparecen en los consejos redactados.
Os animo a aumentar la lista, de cara a una segunda edición actualizada y mejorada…
Nota: cada consejo debe adaptarse a la realidad del entrenador, el equipo y los jugadores.
16. Tus “tácticas” deben ser explicadas a través de tus tareas.
A veces los entrenadores, tendimos a darnos más importancia de la realmente necesaria, y pensamos que nuestros jugadores comparten nuestros pensamientos en lo que hace referencia al entrenamiento y al equipo, y muchas veces no es así. Es por esto, que no recomendamos que a la hora de dar charlas (sobre todo en edades tempranas) nos extendamos en el tiempo, y pretendamos que los jugadores entiendan nuestro discurso.
Para que nuestros jugadores capten, interioricen y en definitiva aprendan, es necesario que practiquen. Es allí, en la práctica, en las tareas, dónde los jugadores podrán aplicar los conceptos que nosotros como entrenadores hemos planteado. Puede parecer un camino más lento, pero os aseguramos que es mucho más provechoso.
17. Como técnico debes guiar y no dirigir.
Este es un punto clave para el correcto desarrollo de nuestros jugadores. A veces, el orden, la disciplina y el control que queremos implantar en el entrenamiento coarta las posibilidades de nuestros jugadores y evita que luego, en condiciones de juego real, sean capaces de mostrar todo su potencial. Es cierto que el entrenador debe marcar una pauta, para facilitar el rendimiento del equipo, pero a base prohibiciones, ordenes e reglas estrictas, puede que lo consigamos, pero seguramente estaremos tapando el potencial de muchos de nuestros jugadores, y a la vez estaremos evitando que sean capaces de identificar sus propios errores.
Nuestra actitud en el entrenamiento debe ser la de una ayuda para los jugadores, no la de un director. Proponiendo tareas abiertas e intentado identificar los puntos débiles y fuertes de nuestros jugadores des de la observación, podremos ayudar a nuestros jugadores. Requiere paciencia, pero vale la pena, el jugador lo agradecerá.
18. No por usar mucho material serás mejor entrenador.
Por suerte, la profesionalización el mundo del deporte, y del fútbol en particular, ha facilitado que ahora mismo dispongamos de multitud de material auxiliar para el entrenamiento. Aún así, debemos ser conscientes de que si el fútbol es uno de los deportes más practicados del mundo, es en parte, porque no requiere de casi nada para jugarlo, únicamente un balón.
No debemos ser esclavos ni de petos, ni de conos, ni de mini-porterías ni de cualquier utensilio inventado, a la hora de presentar nuestros entrenamientos. A menudo, simplificar las tareas nos va a dar una imagen pobre des de fuera, pero será la más parecida al juego real, dónde todos estos elementos desaparecen quedando únicamente el campo, las porterías, el balón y el equipo contrario.
19. Observa antes de corregir, puede que lo que tu consideres un error no sea más que una “fluctuación” en el proceso de auto-aprendizaje del jugador.
La prisa por el competir en edades tempranas ha favorecido la corrección en pro de la observación. Muchas veces la corrección en el entrenamiento implica más al entrenador (pues debe estar pendiente del juego para ser capaz de observar aquello que, a su parecer, es un error) que no a los jugadores, pues estos han sido corregidos justo al realizar dicho error, y la mayoría de las veces no han podido experimentar las consecuencias de sus acciones y/o errores.
Puede que observando y restando callados, pueda parecer que somos peores entrenadores, pero tendremos una visión más global del nivel de nuestros jugadores, podremos obtener mucha más información respecto a cómo actúan después de cometer un error, que hacen cuando se les presenta una situación parecida después de haber fallado, como se regulan para probar otras soluciones, o como realmente son capaces de diseccionar cada acción e incorporar a su repertorio aquellas situaciones que han resuelto con éxito.
Puede que también sea un camino más lento, pero realmente a partir de esa observación podremos ayudar y entonces corregir al jugador con mucha más información.
20. No finalices una tarea sin tener antes todo preparado para la siguiente.
Es muy común cuando no disponemos de un equipo de trabajo, que el entrenador no dé abasto a la hora de preparar el material para las actividades y no pueda enlazar las tareas como le gustaría. Pero no por ser más complicado, no debemos intentarlo.
En este caso aconsejamos que cuando la tarea que estamos realizando esté llegando a su fin, nos desentendamos físicamente de la actividad y empecemos a preparar el espacio y/o material de la siguiente, dejando al grupo manejando la actividad. Si preparamos tareas dónde los jugadores actúen por sí solos, nosotros como entrenadores tendremos libertad para movernos y tenerlo todo a punto para la siguiente actividad.
Una vez esté todo preparado puedes gestionar la transición, el descanso, el desplazamiento y la explicación con total tranquilidad.